martes, 28 de julio de 2009

Faltan solo horas para amanecer.


Son las 5 de la mañana. Abajo en la calle no se oye absolutamente nada.. ¡que va! Si, bueno, uno que otro auto deambula por los adoquines de la calle. Estoy acostado, mi pecho queda al descubierto por la tenue luz que entra desde afuera, desde esa calle silenciosa. En esta casa no se oye nada, este silencio me desespera, me saca de quicio. Ni siquiera mi compañera de cama de esta noche se oye, parece muerta. Son las 3 de la mañana, ¿Qué hago aquí?.. Ah, si, ya lo recuerdo.
La conocí en un bar esta noche. No es guapa, no es simpática, mucho menos culta o inteligente, no sabe ni siquiera vestirse. Tiene una voz gomosa, molesta como una gotera. Y su chelsea la hace ver ridícula. No sabe de buena música y habla más que una radio, me recuerda a los comentaristas de fútbol.
Estaba yo sentado en la barra, mientras bebía mi cerveza, cantaba “Tighten Up” de los Intocables que sonaba de fondo. La fiesta estaba mas muerta que una piedra para mi. Mi mejor amigo había ya enganchado a una chica que se veia notoriamente interesada en él y ambos se observaban animadamente conversando. La fiesta esta la habían organizado unos chicos del otro lado de la ciudad que no me caían para nada bien, poco sabían de buena música y se daban demasiada importancia, para mí unos payasos de mocasines y camisas a cuadros. En fin, estaba yo sentado cuando esta chica ridícula se puso a bailar cerca de mí con una de sus amigas. Ambas se veían tan vulgares, tan sobreactuadas que me daban risa, esta chica vestía una polera Lonsdale burdeo con una falda blanca que parecía que iba a estallar y unas ridículas botas rojas, su amiga vestía unos Levis con una camisa de hombre a cuadros y también botas.
Eran recién las 11 de la noche y estaba decidido a irme, a retirarme. Cuando la chica vulgar se me acercó, con una cerveza y me dijo “Me llamo Anabel. Te dije mi nombre, es justo que me digas tú el tuyo”. Y afloraban sus fingidos modales, la deseada señorita que esperaba parecer. “Yo no te he hablado, por lo tanto no es mi obligación decirte quien soy, aparte no eres siquiera atractiva.” Si, ese era yo. “Bueno, chico sin nombre. Veo que aparte de no tener nombre tampoco tienes modales, pero me da lo mismo. Te invito a una cerveza, pero a cambio me debes regalar una conversación.” “Bueno señora, ya que has dicho las palabras mágicas acepto.” Y es que no me puedo negar a una cerveza, por más que la compañía no fuera la mejor.
Para la conversación no tuve que hacer mucho, la mujer en cuestión no paraba de hablarme de ella y de lo “muy Skinhead Girl” que era ella, de lo orgullosa que estaba de ser de este país.. Así que no tuve que darle mi opinión al respecto, por que llenaba cada silencio con sus palabras tan comunes de estas jóvenes, la típica niña de papi, de buena familia, pero que es la rebelde, que bebe alcohol y sale con guarros rapados de los barrios bajos. Que quiere parecer violenta y ruda, pero a la vez femenina y señorita. Y cultiva su nacionalismo siguiendo a sus juntitas.
Cuando la cerveza bajaba, volvía a pedir más y más. Cuando ya estaba borracha, comenzó a coquetearme descaradamente: jugaba con sus rulos y se bajaba el escote, se tocaba las piernas y pasaba la lengua por sus labios. Ya estaba yo decidido a retirarme a mi casa. Así que me despedí de ella, pero inmediatamente decidió irse conmigo con la excusa de que era peligroso para ella retirarse sola. Accedí. Cuando caminábamos en dirección a la parada de bus me abrazó y besó. Me dejé llevar por el alcohol y la besé también, tomó mi mano y la ubicó en su culo, bajo la falda. La agarré con fuerza mientras nos seguíamos besando. Sentí su aliento. Me dijo que nos fuéramos a su departamento que el edificio estaba a unas cuadras. Ella, lo tenía planeado todo.
Se entregó fácilmente, fue fácil, rápido, predecible, tan cliché que de acordarme me siento ridículo. Luego se durmió, borracha, aquí, a mi lado. Y yo estoy aquí, recordando esto y como terminé aquí con una mujer así. No digo que sea el hombre mas difícil del mundo y con el gusto más refinado de este lado del universo, todos saben bien que soy un caliente, pero creo que he tocado fondo, esta chica ni me gustaba, desde el principio me pareció desagradable. Y mientras estaba sobre mi, con el maquillaje corrido y el labial esparcido por toda la cara se veía como una ramera antigua, ahora dormida, no hay rastro de su maquillaje, no parece ramera, no se ve bonita, simplemente es desagradable, es una nada. Tiene buen cuerpo, si, pero nada más.

Jan interrumpió sus pensamientos y corrió lentamente las sábanas, tomó su chaqueta y se asomó por la ventana, abrió la puerta hacia el balcón y se sentó desnudo buscando en uno de los bolsillos sus cigarrillos. Tomó uno y lo metió en su boca encendiéndolo con un fósforo. La noche estaba fresca, pero no lo suficiente, ni siquiera fría, solo algo fresca.
Cada vez que exhalaba el humo parecía danzar hacia la oscuridad del cielo. Faltan solo horas para el amanecer, nadie parece darse cuenta, ahora la mayoria de los ciudadanos que aqui viven duermen. Otros vagan aún su borrachera por las calles, tratando de retrasar la maldita resaca.

"Faltan solo horas para el amanecer, será mejor que me vista."

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